La arquitectura es una profesión de largo recorrido. Es una actividad multidisciplinar, en donde la Ciencia y el Arte juegan a la par un papel fundamental. La simbología del compás y la rosa, como emblema de la profesión, fue creada a finales de la Primera Guerra Mundial por las primeras asociaciones profesionales en España, y representa desde entonces a la mayoría de los colegios profesionales del país. El compás era un emblema Renacentista de las artes de la mesura, real y psicológica. Simbolizaba tanto las artes liberales, tales como la Geometría y la Matemática, como virtudes como la Templanza y la Circunspección, por medio de las cuales se edificaba el ánimo. La Rosa es el símbolo de la belleza, la representación del Arte de la naturaleza, la Estética y la Forma, “la esencia de lo invisible” como decía El Pequeño Príncipe de Saint – Exupéry.
En mi caso, nada como el Compás y la Rosa podía representar mejor esta ya larga trayectoria que ha estado enmarcada por una permanente dialéctica entre la Arquitectura y La Pintura, entre la Intuición y la Razón, entre el Arte y la Ciencia, entre el Posibilismo y el Determinismo, entre el Orden y el Caos que precede a la creación…La vida profesional es un proceso de formación continua en donde se aprende a través de múltiples fracasos que, a la larga, son éxitos. Al echar la vista atrás, reconozco ya varios conceptos aprendidos, contrastados por la experiencia, que matizan y modulan mi manera de entender la realidad. Valoro la esencia por encima de la apariencia. Sé que en la aparente imperfección, en la singularidad, está oculta la genialidad de cada individuo. Aprecio más la Actitud que la Aptitud. Creo en la Pasión y en el Amor por las cosas bien hechas. No hay trabajos pequeños. Todo es importante y todo es un juego. La Arquitectura es en verdad una actividad de largo recorrido. Hay que tener paciencia. La resilencia, la perserverancia y el amor por el trabajo bien hecho, son sin duda la mejor receta para llegar a construir nuestros más grandes sueños.
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